Martes, 14 de septiembre de 2010
El reloj biológico es increíble, como todos los días a las 7 y cuarto ya estábamos levantados para desayunar y empezar un nuevo día, hoy nos esperaba la Venecia del norte, así es como llaman a Brujas, aunque yo no estoy muy de acuerdo con esa comparación ya que hemos estado en Venecia y en lo único que se le parece es en que las dos tienen canales y agua. De todos modos son dos ciudades que alguna vez en la vida hay que visitar y nosotros hemos tenido esa suerte.
Al salir a la calle estaba nublado y presagiaba lluvia pero a pesar de ello, partimos con nuestros chubasqueros hacia una de las ciudades que más nos gustó de todo el viaje.
Andén de la estación de tren de Brujas |
Su casco histórico fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en el año 2.000, Brujas es una de las ciudades medievales mejor conservadas de Europa. En aquella época era la capital de Flandes y con gran importancia comercial gracias a sus canales fluviales que facilitaban el transporte de mercancías. Con ese poder adquisitivo se construyó el magnífico centro urbano que hoy en día podemos disfrutar.
Brujas fue una de las grandes joyas de la Corona española, ya que perteneció al imperio español desde la llegada al trono de Carlos I de España y V de Alemania, hasta el de Felipe IV.
En la actualidad, vive del turismo y puede presumir de ser una de las ciudades más visitadas del mundo.
Empezamos nuestro recorrido caminando en busca de una oficina de turismo para conseguir un mapa decente, porque el que teníamos era malísimo. Preguntamos a unos lugareños y nos indicaron la dirección a tomar. Lo primero que observamos es que las calles son mas estrechas que en otras ciudades y apenas hay gente paseando, algún turista eso sí…pues era martes. Los edificios también son más bajos y muchos son de ladrillo. Por supuesto nos perdimos un poco por las callejuelas y dimos un rodeo para encontrar la oficina pero no nos importó. Que fachadas tan bonitas, los tejadillos con forma escalonada, las ventanas y las puertas de madera pintadas de colores y esa tranquilidad, parece que estás en otra época. Después de pagar 0,50 € por el mapita nos dirigimos a nuestro primer punto de interés según el mismo, aunque aquí todo tiene interés.
Casitas de Brujas |
Calles de Brujas |
La catedral de San Salvador o Sint Salvators kathedraal de estilo románico, dicen que es la más antigua de la ciudad, del año 640 y restaurada después. Por fuera es toda de ladrillo con tejado de pizarra y por dentro igual, con decoración muy austera, nos pareció la mas oscura y mas sosa de las que vimos durante el viaje. La entrada es gratuita, cosa de agradecer a estas alturas.
Muy cerca de la catedral divisamos una torre muy alta que estaba en obras y hacia allí que fuimos, era la de la iglesia de Nuestra Señora o Onze Lieve Vrouwkerk. Del siglo XIII, también de ladrillo, la torre mide
Ya eran las once y nos entraron ganas de descansar un poco y tomar un café, así que nos paramos en un bar muy pequeñito con un escaparate con dulces y bocadillos que nos invitó a entrar. Pedimos dos cafés grandes y dos Rústicos capresse, vamos dos bocatas con pan de chapata, con tomate, mozzarela y rúcula, riquísimos y muy frescos. También muy caros, ja, ja, ja, 15 euritos al canto, pero mereció la pena.
Con las pilas puestas nos dirigimos hacia el centro. Por el camino vimos un restaurante español llamado Lorena·s, no es por hacerle publicidad porque no entramos pero me hizo ilusión ver las banderitas recordándonos que, “somos campeones del mundo”
Por fin llegamos a la Grote Markt o Plaza Mayor, el corazón de la ciudad. En la edad media sirvió como centro de ejecuciones, como escenario de luchas de los caballeros para defender sus títulos o zona de mercadeo por el precio de los textiles. En el centro de la plaza está la estatua de piedra y bronce de Jan Breydel y Pieter de Coninck combatientes de la independencia de la ciudad contra los franceses en 1.302. A su alrededor todos los edificios son preciosos, son mas bajos que los de las plazas de Bruselas, Gante y Amberes pero igual de bonitos.
Grote Markt de Brujas |
Grote Markt de Brujas |
Grote Markt |
Grote Markt |
Edificios de la Grote Markt |
Destacan el Landhuis o Palacio Provincial, un edificio neogótico que hoy alberga
Palacio Provincial |
El Hallen, antiguo mercado de los tejidos, es la construcción mas visitada, presidida por el Campanario Belfort, de
Belfort de Brujas en la Grote Markt |
Después de hacer fotos y grabar vídeo, continuamos hacia otra de las plazas más famosas de Brujas, la plaza Burg. Es más pequeña que
Plaza de Burg |
Plaza de Burg y Ayuntamiento de Brujas |
Destacan el Ayuntamiento o Stadhuis que fue construido en estilo gótico-florido en 1420 y es uno de los más antíguos de los Países Bajos. La fachada esta constituida por seis ventanas ojivales y 48 estatuas. El Het Gerechtshof o Palacio de Justicia, de 1727, es de color amarillo con grandes ventanales blancos y tejado azul oscuro, muy bonito y elegante.
Palacio de Justicia |
La Basílica de
Al lado del Ayuntamiento se encuentra una callecita estrecha llamada Blinde Ezelstraat, o Calle del Asno Ciego, que tomó su nombre pintoresco de una antigua posada. A la derecha de la entrada se ve una puerta de estilo barroco y a la izquierda una de las cerraduras de las cuatro puertas que cerraban la plaza Burg antiguamente. Por allí que nos fuimos en busca de los ansiados canales.
Incripciones de piedra en la calle del Asno Ciego |
Nada más cruzar la calle ya vemos el canal, ¡que bonito!, con los edificios al fondo de ladrillo, los sauces llorones colgando de las fachadas y las barquitas navegando, una postal bellísima. Desde el puente hay una vista magnífica, que pena que estuviera nublado porque el cielo azul reflejado en el agua resaltando el rojizo de las fachadas tiene que ser muy romántico.
Pedaleando hacia Damme
Como ya habíamos comentado, teníamos ganas de montar en bici y que mejor lugar que este. Llevábamos de casa estudiada una ruta por todo el canal hacia el norte, hasta la ciudad de Damme a 7 km de Brujas. Como el tiempo estaba tan fresco estuvimos dudando si hacerla o no, pero la tentación fue más fuerte, junto con la insistencia de Paco que me convenció, ¡claro!. Volvimos sobre nuestros pasos hasta la torre Belfort, donde había un alquiler de bicicletas. Al pasar por el Burg ya no estaban las vallas y la plaza parecía mucho más grande y elegante. El sitio de las bicis era un hotel, alquilamos dos bicis de paseo por 16€ para 4 horas. Después de que el chico nos explicara las condiciones, como usar los candados y todo eso, montamos y nos fuimos hacia la Grote Mark para ver que se sentía sobre dos ruedas por allí. ¡Pues que se va a sentir!, que éramos los amos de Bélgica, sensación de libertad, que las bicis pesaban de lo lindo, nos dimos una vueltecita a la plaza y fue estupendo. Planificamos el tiempo que teníamos y como era la hora de comer, nos decidimos por comprar unas hamburguesas y refrescos para llevar en el Quick de la plaza, que ya conocíamos, para comer en Damme.
¡Que maravilla de ciudad!, los coches respetan a las bicis, algo impensable en Madrid, bueno en España en general. Era la primera vez que subíamos en bici en el extranjero y siempre vas con un poco de miedo por si te pasa algo, encima nosotros que no vemos bien de lejos, pero que va a pasar aquí, ¡las dos ruedas son las que mandan!.
Tomamos dirección al noreste en paralelo al canal, por una calle muy larga y empedrada. Por el camino las vistas son magníficas, se ven las casitas reflejadas en el agua y apenas hay coches, todo tranquilidad.
Cruzamos un puente y llegamos al desvío que nos indicaba hacia Damme. Cruzamos varios pasos de peatones y por fin enfilamos el camino al pueblo. Era un bellísimo paseo arbolado con caminito de tierra a lo largo del canal de Damme. Los pies iban solos y nosotros también, tan sólo nos cruzamos con dos o tres parejas de ciclistas en todo el recorrido. Por la derecha iban los coches, en el medio entre los árboles íbamos nosotros, parecíamos dos niños
descubriendo el mundo y a la izquierda el agua, con sus reflejos, todo un cuento de hadas, excepto por el frío que pelaba eso sí.
Aguas del canal de Damme |
Paisaje verde en el camino de Damme |
A mitad de camino los árboles son mucho más altos, creo que eran álamos y empezó a soplar algo de viento. El aire agitaba las hojas y resonaba en los oídos un silbido, es lo único que se oía, el silencio era increíble.
Casas en el camino de Damme |
Camino de Damme, molino al fondo |
Camino a Damme y molino al fondo |
El sendero te adentra cruzando un puente, directamente en Damme. De origen medieval, en el siglo XIII, este pequeño pueblecito fue el puerto de Brujas, gracias a su canal. A nosotros nos pareció un remanso de paz, casi diría un pueblo fantasma y eso nos encantó. Llegamos a su plaza Mayor o Markt, bastante amplia. La preside su espectacular ayuntamiento o Town hall, del año 1241. En el frontal hay 6 estatuas nicho que representan a las personas que fueron importantes en la historia de la ciudad. El edificio está coronado por una pequeña torre en la que hay un reloj carillón con 25 campanas. En el centro de la plaza está la estatua en honor al poeta medieval y secretario del ayuntamiento Jacob Van Maerlant.
Grote Markt de Damme |
Plaza Mayor de Damme |
Ayuntamiento de Damme |
Pedaleando por las calles de Damme |
Después dimos un paseo en bici por el pueblo, dando un rodeo, admirando esas callejuelas desiertas, tranquilas, seguras y limpias. Contemplando las casitas tan bien conservadas, daba gusto pedalear por allí. Sin dirección y sin mapa dimos con un pequeño recinto, llamado Herring Market, con casitas muy bajas pintadas de blanco con sus puertas y persianas verdes, haciendo juego con el césped. Antiguamente fueron hospicios.
En el centro del recinto que parecía un parquecillo, había un gran árbol, el árbol de la libertad que se plantó aquí en el comienzo del siglo pasado. Junto a él está la estatua de confraternización entre Damme Bélgica y Damme Alemania, como un recuerdo del sistema de distribución del agua en la época medieval.
Vistas desde el parque Herring Market |
Justo en este entorno tan idílico, nos paramos a comer y descansar. Por supuesto la comida estaba fría pero eso daba igual. Nos sentamos en unos bancos debajo del gran árbol, para refugiarnos del frío y de algunas gotitas de lluvia que caían de vez en cuando, allí sentimos la llamada de la naturaleza. Nunca unas hamburguesas estuvieron tan buenas. Además tuvimos la suerte de contemplar un rebaño de ovejas pastando alrededor del recinto.
Con los estómagos llenos y un poco de frío, regresamos a la plaza Markt para tomar algo calentito. Entramos en un café justo enfrente del ayuntamiento llamado Café,t Wapen Van Damme. Aprovechamos para ir al servicio y pedimos dos cafetitos a 3,60 €, que al final nos tomamos en la terraza porque no hacía viento y las vistas a la plaza fueron irrepetibles.
Con mucha pena emprendimos el camino de vuelta a Brujas. Enseguida vimos el gran molino de viento construido en 1867, estuvo moliendo cereales hasta 1963. Fue restaurado y ahora esta protegido y es de interés turístico. Es blanco, muy alto y ondea sus aspas como los molinos de Don Quijote. La casita que esta junto a él parece sacada de un libro. Además por el camino vimos vacas pastando y algunas granjas.
Molino de Viento |
Casita en el camino de Damme |
Vacas pastando en el camino de Damme |
Granjas en el camino de Damme |
Media hora después, ya en el canal de Brujas nos paramos para ver de cerca unos cisnes y echarles frutos secos que llevábamos en las mochilas.
Cisnes en el canal de Brujas |
Descansando el en canal de Brujas |
Nos quedaba una hora escasa del alquiler de las bicis, así que nos dejamos llevar por las calles de Brujas, sin rumbo fijo, Paco tiene una orientación increíble, pedaleando por esas calles adoquinadas, llenas de tiendecitas, de cafeterías, de edificios alucinantes y de ciclistas como nosotros. Nuestra aventura llegaba a su fin, devolvimos las bicis y fuimos a
Edificios de Brujas |
Edificios de Brujas |
Aparcando la bici de alquiler en Brujas |
Retomamos a pie el camino a la estación y he de confesar que a mi me temblaban las piernas de tanto pedalear y me dolía un poco el tobillo izquierdo. Cerca de la estación vimos el parque Minewater pero ya se hacía de noche y había que coger el tren. Eso quedará para otra visita.
Con todas esas emociones llegamos a Bruselas cansados, cenamos en el apartamento y nos metimos en la cama, hasta el día siguiente que además sería el último de nuestro viaje.
JOOO...QUE PASADA, SEGUN LO EXPLICAS PARECE QUE ESTOY ALLI PEDALEANDO CON VOSOTROS, IMPRESIONANTE, ME ENCANTA. ALI
ResponderEliminarMuchas gracias chicos por compartir ese paseo, me habéis metido el gusanillo y este verano lo voy a hacer
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